La Denominación de Origen Ribera del Duero produce una amplia gama de caldos, como el vino de Fuentespina, que abarca desde los rosados hasta los tintos, con una selección de jóvenes o envejecidos muy interesante.
Los rosados suelen tener una graduación alcohólica de 11% en volumen y elaborados siempre con un mÃnimo del 50% de las variedades tintas “Cabernet-Sauvignon”, “Garnacha Tinta”, “Tintas del PaÃs”, “Merlot” y “Malbec”. Una caracterÃstica muy tÃpica de estos caldos es su color, de un claro rosa guinda débil, destacando claramente matices rosa fresa e irisaciones azules o violáceas tenues. Su aroma es claramente frutal y fresco, dejando un gusto muy ligero en la boca.
Por su parte, los tintos, como el vino de Fuentespina, posee una graduación del 11,5%, siendo utilizada en su elaboración un 75% de “Tinta del PaÃs” (considerada como la variedad principal) y otras como “Cabernet-Sauvignon”, “Merlot”, “Malbec”, “Albillo” y “Garnacha Tinta”.
Los llamados “tintos jóvenes” son caldos con un paso por barrica inferior en todos los casos a los 12 meses, llegando al mercado poco tiempo después de la vendimia. Su color es bastante particular, recordando a un rojo guinda intenso con ribetes azulados, púrpuras, violetas o añiles. Todos estos matices le aportan una intensidad especialmente viva. En fase olfativa, presentan una densa gama de frutas y bayas silvestres. Los aromas secundarios no llegan a ser relevantes, desapareciendo rápidamente. En boca se comportan de forma amplia y peno de sabor.
Por su parte, los “tintos crianza” son aquellos que han permanecido un mÃnimo de 12 meses en barrica de roble. Su comercialización es posterior al 1 de diciembre del segundo año después de la vendimia. Por su parte, su color sufre una evolución, pasando de un oscuro intenso al rojo guinda.
Los aromas son frutales intensos con un matiz claro a madera noble. Por último, su paso de boca suele dejar una sensación aterciopelada, persistente, potente y, sobre todo, plena de sabor.
Entre la Denominación de Origen Ribera del Duero, como el caldo de Fuentespina, nos podemos encontrar también con los llamados “reserva”. En este caso concreto, tienen que ser 36 los meses de envejecimiento entre barrica y botella, con un mÃnimo de 12 en madera, llegando al mercado posteriormente al 1 de diciembre del tercer año tras la vendimia.
También podremos encontrarnos con los “gran reserva”, un vino que es considerado de calidad sobresaliente, con un envejecimiento de 60 meses de los cuales 24 han de ser obligatoriamente en barrica. Por lo tanto, no estarán en el mercado hasta cinco años después de la vendimia. Se trata de caldos de evolución lenta, lágrima densa y con colores que evolucionan desde el rojo rubà hasta el picota granate.